En el principio de las cosas, cuando Olordumare bajo al mundo, se hizo acompañar de su hijo Obatalá. Debajo del cielo, sólo había agua. Entonces Olordumare le entregó a Obatalá un puñado de tierra y una gallina. Obatalá echó la tierra formando un montículo en medio del mar. La gallina se puso a escarbar la tierra, esparciéndola y formando el mundo que conocemos. Olofi también encargó a Obatalá para que formara el cuerpo del hombre. Así lo hizo y culminó su faena alineándole la cabeza sobre, los hombros. Es por eso que Obatalá es el dueño de las cabezas.
Atributos: Dueño de la plata y los metales blancos. Tiene una corona con plumas de loro, sol y luna, seis manillas, algodón, una bandera blanca, campana de plata. Dueño de la ceiba, su vellón es su algodón y su rama se utiliza para el trono de su Iyawo.
Bailes: Los bailadores imitan los movimientos suaves de un anciano, de un jinete que blande una espada, o sacuden el rabo de caballo para limpiar los caminos.
Catolización: Obatalá sincretiza con la Virgen de las Mercedes. Cuando España se encontraba sometida al yugo árabe grupos de cristianos se dedicaban a tratar de rescatar a los cautivos que languidecían en las prisiones sarracenas. Cuenta la leyenda que San Pedro Nolasco tuvo una aparición de la Virgen que le instó a instituir una orden religiosa que tuviera como fin redimir a los cristianos cautivos. Tanto San Raymundo de Peñafort como Jaime I, Rey de Aragón, tuvieron la misma inspiración. Puestos de acuerdo, el 10 de agosto de 1218 fundaron la Orden de la Redención de los Cautivos bajo la protección de la Virgen, a quién denominaron Santa María de las Mercedes