22 ene 2007



Cuenta un patakí o leyenda de Ifá que, iracundo con sus hijos al saber que Oggún había querido fornicar con su propia madre, Obatalá ordenó matar a todos los varones existentes sobre la tierra.


Cuando nació Changó, el compasivo Elegguá se lo llevó escondido a su hermana mayor Dadá, para que lo criara. Poco después nació Orula y, con el mismo propósito de salvarlo, Elegguá lo enterró al pie de la ceiba y le llevaba comida todos los días.
Pasó el tiempo y un día Obatalá enfermó. Elegguá buscó corriendo a Changó para que lo curara. Cuando el gran curandero resolvió el problema de su padre, Elegguá aprovechó la ocasión para implorar de Obatalá el perdón de Orula. El perdón fue concedido y entonces Changó, lleno de alegría, cortó la ceiba, labró un tablero espléndido y le dio a su hermano Orula el secreto de la adivinación. Desde entonces Orula es el dueño del tablero, el adivinador del futuro y el consejero de los hombres, además de ser el intérprete del oráculo de Ifá.
La palabra Ifá significa para muchos: "Lo que marca el tiempo para usted". En Nigeria su significado es: "Buena Suerte, ganancia, progreso" o también, "Dios de la Adivinación".
Bajo el nombre de Ifá están comprendidos todos los secretos y la sabiduría del complejo sistema adivinatorio utilizado por los pobladores de la parte occidental de África, el pueblo yoruba de Nigeria, cuyo centro es la sagrada ciudad de Ifé, cuna de la civilización. También se encuentra entre los Igbos, Nupe, Wari, Junkun, Togo y Dahomey. En América tuvo su cuna en Brasil y Cuba, y actualmente se encuentra extendido por Venezuela, México, Panamá, Colombia y Estados Unidos.
Cuando se habla de Ifá se refieren también a Orula, quién es el gran benefactor de los hombres y su principal consejero, porque a través de él se revela el futuro y sus influencias. Orula es el poseedor del secreto de Ifá, el oráculo supremo mediante el cual se comunica y a través de sus pattakies o historias orales.
Orula es el intermediario entre los dioses y los hombres, entre los hombres y sus antepasados. Orula personifica a la sabiduría y a la posibilidad de influir sobre el destino, incluso el más adverso. También es considerado como gran médico y como uno de los dueños de los 4 vientos. Desde entonces Orula es el dueño del tablero, el adivinador del futuro y el consejero de los hombres, además de ser el intérprete del oráculo de Ifá. Con gran sabiduría, inteligencia y comprensión Ifá coordina todos los trabajos de los Orishas en el cielo y sirve de mediador. Ifá es la boca parlante de los dioses del panteón yoruba.
El sistema adivinatorio de Ifá utilizado por los Babalawos o Sacerdotes de Ifá consta de 16 Oddunes Meyis (letras primarias) y de ellas se obtienen 256 combinaciones (oddunes o letras secundarias). Cada uno de estos oddunes tiene sus propios refranes, ebbó, pattakies o historias, recomendaciones, animales y plantas que lo representan.
Este sistema adivinatorio ha influenciado en la vida activa, es decir, que en Ifá están atrapados todos los secretos y la sabiduría que marcan los preceptos éticos de la estructura social yoruba. Ha marcado y señalado desde el comportamiento del creyente, hasta las formas de expresión, comida, ropa, colores y ha irrumpido en el desarrollo social de la nación. Ifá siempre ha dado al consultado una seguridad, pues lo ayuda a resolver, en vida, todos sus problemas y le alivia todo la inseguridad.
Quedan pocos días para despedir el milenio, y como todos los años, se reunirán, una vez más, y durante 3 días consecutivos, acreditados Sacerdotes de Ifá o Babalawos pertenecientes a la Comisión Organizadora de la Letra del Año, presidida por el prestigioso awó cubano Lázaro Cuesta, para determinar, mediante el Sistema Adivinatorio de Ifá, el oddún que regirá durante el año 2001, en una ceremonia conocida por todos como: "Letra del año", donde cumplirán ofrendas, ritos y sacrificios en honor a los orishas y se dará a conocer, a todos los fieles de la religión yoruba, los vaticinios de Olofi, sus recomendaciones, refranes, pattakies, orishas regentes y la bandera imperante durante el próximo año en Cuba y en el mundo. Mientras tanto, gocen ustedes de buena salud, en espera de las predicciones de Ifá. Modupue

Porque Ochosi come venado



Ochosi, el cazador, iba por el bosque buscando una presa, cuando divisó un hermoso y grácil venado (o agbani). Aprestando sus armas, comenzó la persecución. Cuál no sería su sorpresa cuando, al llegar a un pequeño claro casi oculto por la fronda, el venado se transformó en una joven doncella quien, despojándose de la piel del animal, la guardó en un hueco. Sin percatarse de que era observada, tomó su canasta llena de quimbombó y marchó presurosa al mercado.
Ochosi se apoderó de la piel y la llevó consigo a casa del awo Irete Suká, quien le hizo ebbó con ella. El cazador regresó entonces al claro, y se sentó en un lugar visible a esperar a la muchacha, quien al rato volvió con la canasta vacía. Viendo a aquel desconocido en el sitio donde siempre ocurría su metamorfosis, le rogó que no revelara a nadie su secreto y que, a cambio, ella sería su esposa.
Sin embargo, no bien llegó a su casa, corrió Ochosi a advertirle a su primera mujer que debía ser amable con su nueva esposa, porque podía convertirse en venado. Piernas le faltaron a la buena señora para salir a pregonar el secreto a los cuatro vientos. La joven, herida por la indiscreción de Ochosi, escapó de la casa con su piel.
Y el pobre cazador, enamorado y abandonado a causa de su indiscreción, siempre pide ofrendas de venado en recuerdo de su amada.
Plato principal: Agbani
Se toma un venado entero, se limpia y se destolla (término campesino que significa despellejar). Se adoba incrustándole pimientos dulces e impregnándolo bien de zumo de naranjas agrias. Se prepara un fuego con carbón y, sobre él, se cuelga el venado traspasado con palos de mangle y naranja agria, dándole vueltas hasta cocinarlo bien. Mientras se asa, con gajos de albahaca se moja la carne con un sazón de ajos y naranja agria.
Plato complementario: Arroz con pollo en cazuelita
Se troza el pollo y se deja en adobo de naranja agria, ajo, pimienta y sal durante unas horas. Se prepara un caldo por separado, utilizando los menudos. Aparte, se sofríen bastantes ajos, cebollas, ajíes y tomates maduros, con albahaca y laurel. Se dora el pollo y se vierten junto con el sofrito y el adobo en el arroz ya lavado. Se cocina primero a fuego vivo con el caldo y pasta de tomate hasta que tome el color deseado. Cuando hierva, se baja del fuego y se deja tapado. Cuando el grano esté a punto de abrir, se le añade cerveza o vino seco y petit-pois. Para servirlo, se adorna con pimientos morrones