Ochosi, el cazador, iba por el bosque buscando una presa, cuando divisó un hermoso y grácil venado (o agbani). Aprestando sus armas, comenzó la persecución. Cuál no sería su sorpresa cuando, al llegar a un pequeño claro casi oculto por la fronda, el venado se transformó en una joven doncella quien, despojándose de la piel del animal, la guardó en un hueco. Sin percatarse de que era observada, tomó su canasta llena de quimbombó y marchó presurosa al mercado.
Ochosi se apoderó de la piel y la llevó consigo a casa del awo Irete Suká, quien le hizo ebbó con ella. El cazador regresó entonces al claro, y se sentó en un lugar visible a esperar a la muchacha, quien al rato volvió con la canasta vacía. Viendo a aquel desconocido en el sitio donde siempre ocurría su metamorfosis, le rogó que no revelara a nadie su secreto y que, a cambio, ella sería su esposa.
Sin embargo, no bien llegó a su casa, corrió Ochosi a advertirle a su primera mujer que debía ser amable con su nueva esposa, porque podía convertirse en venado. Piernas le faltaron a la buena señora para salir a pregonar el secreto a los cuatro vientos. La joven, herida por la indiscreción de Ochosi, escapó de la casa con su piel.
Y el pobre cazador, enamorado y abandonado a causa de su indiscreción, siempre pide ofrendas de venado en recuerdo de su amada.
Plato principal: Agbani
Se toma un venado entero, se limpia y se destolla (término campesino que significa despellejar). Se adoba incrustándole pimientos dulces e impregnándolo bien de zumo de naranjas agrias. Se prepara un fuego con carbón y, sobre él, se cuelga el venado traspasado con palos de mangle y naranja agria, dándole vueltas hasta cocinarlo bien. Mientras se asa, con gajos de albahaca se moja la carne con un sazón de ajos y naranja agria.
Plato complementario: Arroz con pollo en cazuelita
Se troza el pollo y se deja en adobo de naranja agria, ajo, pimienta y sal durante unas horas. Se prepara un caldo por separado, utilizando los menudos. Aparte, se sofríen bastantes ajos, cebollas, ajíes y tomates maduros, con albahaca y laurel. Se dora el pollo y se vierten junto con el sofrito y el adobo en el arroz ya lavado. Se cocina primero a fuego vivo con el caldo y pasta de tomate hasta que tome el color deseado. Cuando hierva, se baja del fuego y se deja tapado. Cuando el grano esté a punto de abrir, se le añade cerveza o vino seco y petit-pois. Para servirlo, se adorna con pimientos morrones