Aggayú, el dueño del río, tuvo amores con Yemayá y de ellos nació Shangó. Pero Yemayá no lo quiso y Obatalá lo recogió y lo crió. Al reconocerlo como hijo, le puso un collar blanco y punzó. Dijo que sería rey del mundo y le fabricó un castillo. Se casó con Obba, pero también vivía fijo con Oyá y Oshun. Oyá como se sabe, era la mujer de Oggún, pero se enamoró de Shangó y se dejó robar por él. Este rapto dio origen a una guerra tremenda entre Shangó y Oggún. Cuentan que como Shangó peleaba y no tenía armas, Osain, que era su padrino, le preparó el secreto del guiro. Cuando lo tocaba con el dedo y se lo llevaba a la boca, podía echar candela por ella. Con eso vencía a sus enemigos. Cuando se oye tronar, se dice que es porque Changó anda de rumbantela con sus mujeres o que cabalga por el cielo.
Atributos: Hacha petaloide, de doble filo o bipene, copa, espada, acheré de jicotea, caballo moro, pandereta, bandera rojo brillante.
Bailes: Al subirse embiste con la cabeza y da vueltas de carnero en dirección a los tambores. Abre desmesuradamente los ojos y saca la lengua para significar que la tiene de fuego. Agita en alto su hacha sagrada y se agarra los testículos con la mano. Ningún orisha da brincos más altos ni contorsiones más violentas, ni figuras más extrañas. También ningún otro orisha realiza extravagancias como la de comer candela. Sus bailes son guerreros o eróticos. En los guerreros blande el hacha bipene; en los eróticos trata de acentuar su prepotencia y emplea las más crudas evocaciones sexuales.